Clínica Martha Hone - 11000 Ciudad de México

Siempre excellent !

Traté de enviar este comentario de forma privada al buzón de la Clínica, pero hasta en eso ofrecen un servicio deficiente: no encontré buzón para comentarios y sugerencias. Me pareció que la atención estuvo plagada de dificultades. Desde llegar, la casa no tiene el número de la calle a la vista, lo cual le da un aspecto innecesario de clandestinidad. Dos veces por teléfono me habían dicho que me atendería Andrea y al final me atendió Alejandra, lo cual le da una impresión de desorganización. Tras llenar una forma médica, una persona y luego otra me preguntaron mi profesión, mi estado civil y la edad de mis hijos. No comprendo la relevancia de las preguntas, para el facial que tenía programado; me surgió la duda de si hacen las mismas preguntas a sus clientes varones. Durante el facial la chica me explicó todos los productos que venden y la propuesta de recibirnos una vez por semana, lo cual implica una renta considerable. En lugar de eso, yo habría esperado me explicara las etapas de lo que me haría pues nunca supe qué seguía durante el facial. Al parecer usó varios productos de primera, una lástima no entender de qué se trataba. Durante toda mi estancia en la cabina abrieron y cerraron la puerta y entraron y salieron, dejándola abierta, unas 10 o 12 veces; la explicación fue que solamente tienen un aparato de cada uno y deben compartirlo entre cabinas. ¿Y las mascarillas, por qué no las alistan todas antes de que empiece el tratamiento? Misma respuesta: "solo tenemos una de cada una..." La chica colocó en mi cara el aparato con calor y estaba demasiado caliente, en realidad sentí que me quemaba y me asustó pues no avisó que lo acercaba a la cara. Las manos de la chica heladas en la cara, en los hombros y la espalda, sin previo aviso. La crema de ojos aplicada con demasiada presión y sin cuidar no tocar el lagrimal y demás zonas húmedas y muy delicadas. Cuando me pidió que me alistara para salir porque habíamos terminado, salió, me levanté y encontré en la bandeja todo tirado el equipo que había usado, en lugar de ella llevárselo y dejar el sitio impecable antes de mi salida. Al final en la caja y encima de todo lo anterior, tras haber pagado el servicio traté de ofrecerle propina y las tres personas que estaban presentes me dijeron al unísono que no manejan propinas. Les dije que sería conveniente lo tuvieran anunciado en la zona de caja para evitarnos la pena de ofrecer, y la respuesta fue que sí tenían un letrero pero se cayó. Lo que se ha caído en verdad es mi interés por volver a este sitio.