Dragonfly Light - 53100 Naucalpan de Juárez

A veces las señales que nos envía el universo para ayudarnos a encontrar nuestro camino pueden golpear fuerte, como un meteorito. En algún momento, estas fuerzas nos acorralan, pero esa turbulencia es lo que, al final del día nos permite descubrir cuál es nuestro lugar en el mundo, y quiénes somos en realidad.  

En el año 2012 llegó mi hija a mi vida. La maternidad me sorprendió con muchos retos y expectativas pero, sobre todo, con la ilusión de poder verla crecer y desarrollarse, de tener ese tipo de vida plena que muchas nos imaginamos al momento de dar a luz. Pero con ese nacimiento fabuloso, también llegó el meteorito. De pronto, mi vista ya no era la de siempre, mi mirada enfocaba luces y flashazos que, en conjunto con los cambios hormonales que experimentaba en la etapa post-parto, comenzaron a hacer mella en mi salud y por ende, a causar una bola de nieve de preocupaciones. 

Al principio el diagnóstico apuntó al estrés de la maternidad, para todos los doctores parecía obvio. Pero el problema se fue agravando a tal grado que la posibilidad de perder la vista se hizo real e ineludible. Fui diagnosticada con el síndrome de Vogt Koyanagi Harada, una enfermedad autoinmune que amenazaba con atacar no solo mis ojos, sino mi piel, mis oídos y finalmente, mi médula espinal. El meteorito fue devastador. 

Lo que siguió a eso fue una sucesión de medicamentos, hospitalizaciones y preocupaciones que me mantenían alejada de mi hija. Todo eso devino en mucha carga emocional hasta que, en el 2014, decidí buscar maneras de aclarar mi mente. Me di cuenta de que si mi situación se agravaba consecuencia del estrés, entonces tenía que trabajar en formas de calmar esos picos de preocupación. Me refugié en el pilates y el yoga. 

Al impacto del meteorito le precede siempre un instante extraña calma, una humareda, y deja un hueco, como si quisiera hacer espacio para algo nuevo. En pilates conocí a una persona que me contó su historia de vida: la esclerosis múltiple la había atacado como a mí me había atacado el VKH y había encontrado refugio en el Reiki. En ese momento estaba dispuesta a darle una oportunidad a todo lo que mantuviera una promesa de mejora para mí , y así fue como empecé a estudiar el primer nivel de Reiki. 

El cambio fue impresionante. El viaje de autoconocimiento que arranqué en ese momento me dio fortaleza para sanar. Me di cuenta de que yo era responsable de mi propio destino, de mis pensamientos y de mi salud. Los doctores no se explicaban de dónde había venido mi mejora, pero ahí estaba.  El Reiki me ayudó a abrirme paso a otras ramas de la medicina holística y posteriormente, me adentré en otras terapias holísticas que me ayudaron, finalmente la numerología me dio mucha claridad respecto a mi misión en la vida, quién era y qué decisiones debía tomar para cumplir mi propósito. 

Dejé atrás mi vida como Gerente en una empresa con la certeza de que ya me conocía bien, que sabía cuál era mi llamado. Y así comencé Dragonfly Light, sabiendo que sería la culminación de un viaje de autoconocimiento y del encuentro con mis dones y el incio de muchos otros proyectos.

Todo empezó a fluir mejor cuando firmé ese compromiso conmigo. Y mi misión se esclareció en cuanto empecé a ayudar a otros que, como yo, habían experimentado también la llegada sin previo aviso de un meteorito. 

Hoy en día, Dragonfly Light es un centro con seis años de experiencia. Se volvió un negocio familiar, pues mis papás también descubrieron su camino a través del conocimiento holístico. Las energías comenzaron a moverse de una forma extraordinaria: eran limpias, claras, vibrantes. El capítulo de una vida emocionante se abrió en el momento en que me hice responsable de todo lo que se formaba en mi vida. Llevo mucho tiempo sin tomar medicamentos, pero sí aferrada al trabajo constante del autoconocimiento y la responsabilidad de cuidarme, identificar mis emociones y sanar. 

Mi misión con este centro holístico es ayudar a otros a encontrar caminos alternativos, a comprometerse con ellos, encontrar opciones y encontrar su propio poder. Hoy estoy segura de que podré ver crecer a mi hija sin que haya luces o bruma que me lo impida. Y quiero ayudar a otros a tener las mismas oportunidades de autoconocimiento y sanación. 

Quiero que, quienes sientan el llamado del universo de forma turbulenta, como me ocurrió a mí, tengan la confianza de tomar mi mano y reencontrarse con su poder. 

Bienvenidos a nuestro espacio, bienvenidos a Dragonfly Light.

Namasté

Pao Salinas

Fundadora