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Marc-Conrad Buisson forma parte de aquellas familias originarias de Ginebra que conservaron durante décadas una parte importante del capital de la manufactura.

Las dificultades económicas han llevado a la Compagnie Plastier a la bancarrota, pero un grupo de banqueros originarios de Ginebra, encabezado por Jacques Buisson, socio de la casa Antoine Saladin et fils, toma las riendas de la Manufacture royale des glaces en 1702 bajo el nombre de Compagnie Dagincourt. Esta profunda reestructuración del capital y de la orientación de la Manufacture royale des glaces inaugura un largo periodo de prosperidad.

Pierre Delaunay-Deslandes es el director de la fábrica de cristal que más contribuye a la modernización de los procedimientos de fabricación y de la herramienta de trabajo, lo que le valió la concesión de cartas de nobleza en 1772.

La decisión de promocionarlo hasta la dirección es un auténtico reto para los asociados, ya que el contexto es delicado: si bien la guerra de los Siete Años ralentiza temporalmente la venta de cristales, la demanda del mercado avanza hacia una exigencia creciente de calidad, que la Compagnie apenas puede satisfacer. La elección de Deslandes resulta un éxito a largo plazo.

La Revolución Francesa sorprende a la Manufacture des glaces en plena prosperidad pero, como las ventas se mantienen en un primer momento, ésta no preocupa excesivamente a sus administradores. Sin embargo, éstos se muestren divididos con respecto a la Revolución: algunos son favorables y otros emigran. La manufactura pronto se ve implicada en la vorágine de sucesos: parte de los obreros de sus talleres del barrio de Saint-Antoine, que se había convertido en uno de los principales focos de agitación parisinos, participa en las grandes jornadas revolucionarias.

En París y en Saint-Gobain, a pesar de la diplomacia de la que hacen gala los directores, la tensión es a veces flagrante en el seno de una plantilla castigada por la escasez, el aumento de precios y la amenaza del desempleo. La manufactura de Saint-Gobain se paraliza en 1797. La reanudación tendrá lugar con la llegada del Consulado, en 1801.

Con la pérdida de su monopolio, la manufactura del Antiguo Régimen pierde cuota de mercado y debe reaccionar. En 1830, se convierte en sociedad anónima.

Acompañando esta reforma estructural, aparecen cambios técnicos en los procesos de fabricación del vidrio y de su acabado. Asimismo, Saint-Gobain transforma su organización comercial para responder a la demanda de un mercado mundial en plena expansión.

En 1858, Saint-Gobain se fusiona con Saint-Quirin al tiempo que se implanta en Alemania. La nueva «Manufacture des glaces et produits chimiques de Saint-Gobain, Chauny et Cirey» representa la cuarta parte de la producción europea de cristales y se convierte en un grupo de talla internacional.

Producto de lujo de alto coste, el cristal se destina a un mercado socialmente restringido que debe ser ampliado geográficamente para dar salida a la producción al mejor precio. Este carácter internacional es, desde esta época, uno de los rasgos más significativos de la historia de Saint-Gobain.

En 1872, Saint Gobain se fusiona con la casa lionesa Perret-Olivier, primer fabricante francés de ácido sulfúrico. Los productos químicos, utilizados en los compuestos vidrieros y comercializados para otros usos, representan aproximadamente el 60 % del volumen de negocio de la Compagnie de Saint-Gobain que, sin embargo, sigue dedicada, según la estrategia de sus dirigentes, a la fabricación de cristales.

La rama química pretende conferir una seguridad al grupo que esta fusión refuerza notablemente. El proceso Solvay de sosa al amoniaco obliga no obstante a Saint-Gobain a encontrar nuevas salidas para su ácido sulfúrico y la empresa se embarca en la fabricación de abonos «superfosfatos» destinados a la agricultura.

El estallido de la Primera Guerra Mundial en septiembre de 1914 supone una ruptura en la historia de Saint-Gobain: la Compagnie, que ha adquirido una dimensión europea desde finales del siglo XIX, está profundamente desgarrada por la guerra que enfrenta a los imperios centrales con las potencias occidentales.

Su rama vidriera, la más internacional, está en parte paralizada por la destrucción de fábricas y los embargos. El personal masculino en edad de combatir se moviliza rumbo a los ejércitos beligerantes. La Compagnie se centra de nuevo en su rama química, que se pone al servicio de la guerra en Francia.

A partir de 1918, Saint-Gobain desempeña un papel pionero en la modernización del sector del vidrio hueco (botes y botellas) organizando la transferencia de las tecnologías americanas a favor de los fabricantes franceses que recurren a su ayuda financiera, técnica y comercial.

Ésta crea la "Société d’étude verrière appliquée" (SEVA) para fabricar los hornos y las máquinas necesarias para las vidrieras. Se instala en Chalon-sur-Saône en 1930 y desempeña un importante papel en la coordinación técnica de todas las fábricas de vidrio hueco que se encuentran bajo la influencia de la Compagnie.

En 1929, Saint-Gobain se asocia con la empresa americana Corning Glass Works en la actividad de "l’Électro-Réfractaire" para crear en Modane, en los Alpes italianos, una unidad de fabricación de bloques refractarios electrofundidos. Capaces de soportar temperaturas superiores a 1000 °C, los refractarios son los materiales de construcción de los hornos y los botes en los que se funde el vidrio.

Durante la Segunda Guerra Mundial, muchas fábricas de Saint-Gobain son destruidas, paralizadas o embargadas, las comunicaciones se cortan con muchas de ellas y la fabricación se obstaculizada debido a la escasez de mano de obra y de materias primas.

La situación se vuelve aún más trágica que durante la Gran Guerra debido a la derrota del ejército francés en 1940: privada de sus bienes en Alemania e Italia, la Compagnie debe enfrentarse a las autoridades de la ocupación en Francia, donde debe hacer frente a los espinosos problemas de los prisioneros, de la colaboración económica y de la persecución antisemita.

El centro de investigación que abre sus puertas en 1952 en el número 52 del boulevard de la Villette, en París, encarna el nuevo impulso infundido a la I+D tras la Segunda Guerra Mundial por parte de la dirección de Vidrieras de Saint-Gobain.

Se trata de mejorar los procesos en uso, aplicar los descubrimientos de la ciencia para crear nuevos procesos e instaurar en las fábricas métodos normalizados de control de la producción.

LA FIBRA DE VIDRIO: EL ÉXITO DE UNA NUEVA DIVERSIFICACIÓN

En 1957, el método TEL de fabricación de lana de vidrio desarrollado por Saint-Gobain remplaza a todos sus rivales. Saint-Gobain ya fabricaba este material veinte años atrás a través de su filial ISOVER pero el nuevo procedimiento industrial contribuye de forma decisiva a ampliar la zona de influencia de Saint-Gobain, especialmente en Brasil y Estados Unidos.

Con la celebración en octubre de 1965 de su tricentenario, Saint-Gobain consolida de manera rotunda su modernidad con motivo de una gran exposición en el Palacio de Deportes, Porte de Versailles, París. La exposición presenta las principales actividades del Grupo: el vidrio, así como la química, el petróleo, el papel y la energía nuclear.

Sin embargo, esta celebración tiene lugar en un contexto de grandes transformaciones industriales: la fabricación de vidrio en colada continua de Saint-Gobain se vuelve obsoleta frente a la revolución del float glass iniciada por uno de sus principales rivales, Pilkington.

En 1970, Saint-Gobain sorprende fusionándose con Pont-à-Mousson (PAM). Debilitado por el intento de oferta pública de compra lanzada por BSN en 1968-69, el grupo se despoja de sus actividades químicas y encuentra en Pont-à-Mousson un socio financiero sólido. Es el presidente de PAM, Roger Martin, quien asume de inmediato la presidencia del nuevo grupo.

A mediados de los años 70, en un contexto de recesión provocado por las crisis energéticas, las dificultades a las que deben enfrentarse las industrias del Grupo Saint-Gobain–Pont-à-Mousson llevan a sus dirigentes a estudiar un nuevo despliegue de gran envergadura basado en la diversificación de las actividades.

En la línea de Roger Martin y de su sucesor, Roger Fauroux, se trata de adquirir empresas de gran tamaño que garanticen un alto índice de crecimiento y permitan acceder rapidamente a una parte significativa del mercado mundial.

Después de nacionalizarse durante el primer año de presidencia de François Mitterrand en 1982, Saint-Gobain inaugura en 1986 el programa de privatizaciones interrumpido por la coalición del centro y de la derecha dirigida por Jacques Chirac, durante la primera cohabitación. Técnicamente, la operación ha sido un éxito más allá de todas las expectativas, dado que 1 500 000 accionistas, personas físicas o morales, han suscrito acciones cotizadas en Bolsa.

En 1990, Saint-Gobain laza una OPA amistosa a la compañía Norton, líder mundial en abrasivos, que también posee actividades en cerámicas y plásticos. Así pues, el grupo duplica su presencia en Estados Unidos y se convierte en líder mundial de cerámicas para aplicaciones térmicas y mecánicas añadiendo un nuevo componente: los abrasivos.

En 1996, la integración de Poliet decretada por Jean-Louis Beffa supone el pistoletazo de salida a una serie de importantes adquisiciones que involucran a Saint-Gobain en el sector de la distribución de materiales de construcción, concretizando así el enfoque del Grupo nuevamente sobre el hábitat. A partir del año 2000, esta adquisición sirve como base para el desarrollo del polo Saint-Gobain Distribución Construcción, SGDB, que representa en la actualidad el 46 % del volumen de negocio.

En 2005, la adquisición, por 5 900 millones de euros, de British Plaster Board (BPB), líder mundial de la placa de yeso, es la más importante jamás realizada por Saint-Gobain. Esta adquisición refuerza notablemente el polo Productos para la Construcción que asociada a la lana de vidrio de ISOVER, convierte a Saint-Gobain en el n° 1 mundial del acondicionamiento de interiores y, en la actualidad, participa plenamente en su estrategia de hábitat sostenible.

Básicamente europeo hasta los años 1950, Saint-Gobain se lanza a la conquista de otros continentes, a partir de la siguiente década, aumentando sus adquisiciones y las nuevas implantaciones. Bajo la presidencia de Jean-Louis Beffa, el Grupo pasa de estar presente en 18 países a estarlo en 64.