Psicoanalista en puebla Samantha Youshimatz - 72530 Puebla

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Oscuro continente. 0442227060465 – Quizá analizarse sea pasar del sueño de una belleza imposible a otra sublime. - Oscurocontinente.wordpress.com

Quizá analizarse sea pasar del sueño de una belleza imposible a otra sublime.

Oscuro continente. 0442227060465 – Quizá analizarse sea pasar del sueño de una belleza imposible a otra sublime. - Oscurocontinente.wordpress.com

Ante su exhaustivo trabajo clínico, Freud comienza a dividir la estructura psíquica del sujeto, descubre que hay ciertas características que podrían ayudarlo a definirlas. En la neurosis obsesiva, se pueden encontrar rasgos que, aunque no son inamovibles, si se pueden percibir en la escucha recurrentemente. Así, Freud se atreve a presentar diversos casos en donde los caracteres obsesivos se manifiestan. Algunos de los casos más conocidos o afamados de Freud son, “El hombre de las ratas” (1909) y “El hombre de los lobos” (1914). Textos a los cuales uno puede acudir y en cuya lectura se encuentran otros ejemplos de menor relevancia en los que, no obstante, también se vislumbran estas características.

La gente que pone un practica acciones obsesivas o un ceremonial pertenece, junto a quienes padecen de un pensar, un representar, impulsos etc., obsesivos, a una particular unidad clínica, para cuya afección es usual la designación de <<neurosis obsesiva>> [<<zwangsneurose>>] (Freud 1907).

Freud nos muestra que en este ceremonial el sujeto se enfrenta día a día ante la repetición de acciones, ordenamientos y restricciones en su vida cotidiana, acciones que corresponden a una ley que no está escrita pero que, en el sujeto, hacen función de mito, un texto ya se le ha sido entregado, que en su primera infancia ira construyendo o construyéndose con éste, “los enfermos no tienen noticia del texto de sus propias representaciones obsesivas” (Freud 1896). El sujeto se ve sometido a cumplir con esas actividades, está imposibilitado a abandonarlas y si llegara a omitirlas, entonces se verá forzado a realizar algo para reparar lo omitido, la angustia que ofrece al sujeto el no cumplir con lo ceremonial le da un carácter que Freud denominará <<acción sagrada>>. Le exige una peculiaridad al sujeto, tanto que éstas se realizan sin la aparente mirada del Otro.

Estas acciones que en apariencia carecen de sentido, con el análisis mostraran una cara distinta, ya que manifestaran su harto carácter de afecto. La dialéctica de estas representaciones se vislumbrará con figuraciones directas o simbólicas, por tanto, nos dice Freud que se les ha de interpretar histórica o simbólicamente, y a menudo vinculadas a las vivencias más íntimas y de carácter sexual.

 

 

Las representaciones obsesivas se siguen, se persiguen, pero entre una y otra, hay una desfiguración, lo cual nos muestra la lucha del sujeto ante estas representaciones que, de inicio pudieron mostrárseles en forma de deseo o tentación, por lo tanto, cada eslabón de la cadena tendrá que revestirse, colocarse un disfraz, el disfraz tormentoso de la prohibición y el castigo, pero más que un disfraz les propongo pensarlo como una máscara, en el origen del teatro en Grecia, Tespis quien era el encargado del coro de las “grandes Dionisiacas”, (fiestas dedicadas al baile, el canto y la embriagues) se le otorga la tarea de crear algo que atraiga más gente al evento realizado cada primavera, a este se le ocurre la idea de comenzar a cuestionar lo que los coros representaban, así que se coloca una máscara con cuernos y comienza a interpelar las representaciones de los coristas, estas mascaras eran llamadas tragedias por tragos que significa cuernos de cabra y odas que significa himnos. Es así como en la creación del teatro, surgen estos personajes llamados hipócritas, por hipo que significa mascara y crites que significa responder, así estos serían, los que responden con máscaras. Entonces así el sujeto obsesivo coloca mascaras para responder desde ellas.

Aquí encontramos una desfiguración por omisión a la cual Freud llama –Elipsis- (1909) para explicarnos mejor como opera, pero ¿Por qué denominarla Elipsis? Bien, pues porque la palabra elipsis, viene del griego élleipsis que significa omisión, de tal manera que en contenido de un texto puede haber un número indefinido de omisiones que, para la escritura correcta gramatical pueden ser necesarias, pero para el entendimiento del texto no lo son, ya que lo que nos lleva a reconocer el sentido es el con-texto.

Freud nos coloca algunos ejemplos con respecto al hombre de las ratas, ejemplos en donde el sujeto a modo de advertencia o presagio reza una oración, en este caso el hombre de las ratas decía <<si yo me caso con la dama, a mi padre le sucede una desgracia>> y lo que se descubre en el análisis es la ilación de este pensamiento que diría: <<si mi padre viviera, mi designio de casarme con la dama lo enfurecería tanto como aquella vez en la escena infantil, y yo volvería a ser presa de la ira y le desearía toda clase de males, lo qe no podrían menos que cumplirse en virtud de la omnipotencia de mis deseos>>. La forma en la que se presentan estas omisiones no es tan sencilla de comprender, como bien lo muestra Freud, éstas sólo serán escuchadas a partir del discurso del sujeto y por medio de análisis, es la historia del sujeto que al ser nombrada dará sentido y esclarecerá lo omitido.

Duda: la máscara de la certeza.

Si pensamos entonces en la gran mascara del sujeto obsesivo, ésta sería la de la duda. La palabra duda viene del latin Dubitare que significa, vacilar entre dos cosas, no determinarse, pero también no decidir, porque en el decidir, está el sí dar, la duda se presenta como una necesidad anímica de la obsesión, ante la incertidumbre del sujeto se descoloca, se convierte en un espectador de su propia vida, no decidir para no responder, no responder ante su deseo, esta es la posibilidad de postergar aquello que interpela al sujeto, dudar para evitar, velar, enmascarar todo aquello que muestre certidumbre, es allí donde el sujeto duda que la certeza se manifiesta, la verdad del sujeto obsesivo está inscrita en su vacilar

El obsesivo se alejará de todo aquello que muestre una señal que certifique lo que para él es insoportable, la pérdida de control es una chispa que evitara a toda costa encender. El sujeto podrá obsesionarse con el saber, pero de su saber no quiere saber nada, se justificará con las incertidumbres del hombre, la vida después de la muerte, los años de su existencia y hasta la paternidad, esto suena a un dicho que rezan las abuelas – hijos de mis hijas, mis nietos, hijos de mis hijos, ¿Quién sabe?. ¿Los obsesivos son hijos de sus padres? ¿Son padres de sus hijos? ¡Vaya incertidumbre! Vayamos al pie de página 12 del texto sobre la teoría, un apartado del hombre de las ratas, en la página 182, Lichtenberg: si la luna está o no habitada, el astrónomo lo sabe más o menos con la misma certeza con que sabe quién fue su padre, pero no con la misma certeza con que sabe quién ha sido su madre.

Omnipotencia, culpa y muerte.

Salmos 91:1

El que habita el abrigo del Altisimo morará a la sombra del Omnipotente.

Job 42:1-2

Entonces Job respondió al Señor, y dijo: Yo sé que tú puedes hacer todas las cosas, y que ningún propósito tuyo puede ser estorbado.

Jeremías 32:27

He aquí, yo soy el Señor, el Dios de toda carne, ¿habrá algo imposible para mí?

 

Así como en la palabra de Dios, e sujeto obsesivo encuentra un carácter omnipotente en sus pensamientos, en sus deseos, pero sobre todo en sus deseos hostiles hacia el otro y que cumplen designios, justo por eso se convierten en su martirio, es aquí donde la culpa de anida y somete al sujeto a modo de mandamiento, -no desearás la muerte de tu prójimo- y si lo haces, tendrás que alzar un rezo, un ritual, para que aquello no se cumpla, para que todo tu odio no recaiga en el Otro.

Freud en “tótem y tabú”, declara que estos pensamientos, tienen un estrecho lazo con las creencias primitivas, que le atribuyen al más allá, a los espíritus, aquello que les acontece:

“Diríamos que entre los primitivos el pensar esta todavía sexualizado en alto grado; a esto se debe la creencia en la omnipotencia de los pensamientos, la confianza inconmovible en la posibilidad de gobernar al mundo y la impermeabilidad a las experiencias, fáciles de hacer, que podrían aleccionar a los seres humanos sobre su real posición en el universo… Las consecuencias psíquicas tienen que ser las mismas… el de sobreinvestidura originaria del pensar y el de sobreinvestidura libidinosa alcanzada por vía regresiva: narcisismo intelectual, omnipotencia de los pensamientos.”

 

Recapitulando, sobre el sujeto obsesivo, si pensamos que sus síntomas son el efecto de un deseo sexual en la infancia que pudo ser castigado, este se manifestara en la adultez como un deseo sexual culposo, pero también dando pie al sentimiento de ambivalencia y sobre todo a la hostilidad fijada en el Otro que castigó, este sentimiento de odio, tendrá que ser velado con rituales y rezos, pero también con el saber puesto en la intelectual, el conocimiento será la máscara del descono-cerse.

La verdad en la Lo-cura.

Entonces, ¿Qué es aquello que agobia al sujeto obsesivo? Su verdad, la verdad de su deseo y que, en éste, lo único con lo que se encuentra es con una locura. ¿Cómo se podría pensar que un sujeto deseara sobre sus prójimos las más terribles atrocidades?, la situación del obsesivo están compleja ya que estos deseos están ahí, latentes, pero a la vez levan en su mano un látigo que flagela sus días. Pero que no es allí, justo en ese lado de la locura del deseo en donde el sujeto se nombrara, y al ser nombrado podrá dar un lugar a esos deseos tan temibles, allí, en esa asociación en donde el discurso parece no tener pies ni cabeza, allí donde los significantes se levantan la máscara y se muestran, para hacer sentido, para ser sentido.

el hombre de las mascaras carlos orduña«El hombre de las mascaras» de Carlos Orduña Barrera.

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