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Como ya hemos visto, la primera edición de las olimpiadas fue en 1896, 75 años después del levantamiento griego frente a los otomanos. Para la competencia del maratón, hubo que ajustar algunas cosas importantes que permitieran desarrollar la carrera lo mejor posible. 

En principio, los organizadores del evento tuvieron que elegir un recorrido que respondiera al famoso mito de Filípides. La distancia inicial acordada era de 48 km, luego se recortó a 42 km y, faltando un mes para la apertura del evento, se ajustó a los 40 km.

Otra de las dificultades con las que tuvo que trabajar la organización fue la resistencia de los competidores. Se sabía que en países como Francia, Gran Bretaña, Estados Unidos y Sudáfrica no eran extrañas las carreras de largas distancias, pero siempre admitían intervalos de descanso y algunas horas de sueño. Se determinó la posibilidad de completar el maratón sin que esto significara un desgaste o deterioro relevante en los atletas. 

En Grecia, por su parte, se estaban preparando para seleccionar a jóvenes recién licenciados como candidatos perfectos para participar en la primera maratón. Uno de ellos era Spiridon Louis (o Spyridon Louis), huérfano de padre que ayudaba a su padrastro en las tareas del campo.

Otro dato curioso de este acontecimiento, fue una pequeña historia de la que se tiene poco registro. Se trata de la primera mujer maratoniana. Cuentan que para la fecha en la que los competidores se preparaban para la carrera, hubo una mujer griega de temperamento fuerte que atrajo la atención de periodistas y del alcalde. Corrió toda la distancia a un ritmo constante, pero cuando llegó a Atenas no le sellaron su acreditación. El nombre de esta posible competidora fue Melpómene o Revithi. Por desgracia no se supo más de ella, ni de su historia.

Fue así como, ajustando todos los detalles a tiempo, se celebró el primer maratón de los Juegos Olímpicos que dieron como ganador al griego Spiridon Louis de 24 años.