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La cultura organizacional se puede entender como un sistema de significados que implica una visión, un método de acción y un pensamiento entre los integrantes de una organización, que la identifica y la diferencia de otras.

Nuestros colaboradores deben tener un entendimiento de la cultura de la organización, en tanto sus rasgos de personalidad, competencias y habilidades serán medidas frente a la misma. De no coincidir, no podemos afirmar que el desempeño del colaborador sea aceptable ni para el ni para la organización en sí.

Si bien mantiene una estructura organizacional vertical, prima la noción de que la misma sea lo más plana/horizontal posible. La eliminación del exceso de capas de gestión (lo que, entre otras cosas, caracteriza una estructura plana) implica que la comunicación puede ser más efectiva entre los miembros de la organización.

A su vez, este tipo de estructura implica un alto grado de autogestión por parte de los colaboradores, una característica esencial nuestros integrantes.

No obstante, es importante destacar que la autogestión no implica el individualismo, sino, por el contrario, se valora el trabajo en equipo y la lealtad hacia la organización.

Dentro de la cultura organizacional se valora aquel individuo que tenga motivación por el crecimiento, y que éste sea acompañado por el de la empresa. Es decir, que tanto el colaborador como la empresa se retroalimenten con el crecimiento entre sí. En este sentido se destaca que el estudio y la capacitación, tanto previo al trabajo en la empresa como contemporáneo al mismo, es altamente valorado y alentado por los dirigentes.

Dentro de las características individuales más valoradas en los colaboradores encontramos la lealtad, el dinamismo, la motivación por el crecimiento y la innovación, así como también el estudio y la capacitación constante.